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viernes, octubre 21

Sellados por el Espíritu Santo para el día de la redención


Domingo, 16 Octubre, 2011 - Cayey Puerto Rico - 1 hora, 42 minutos


La promesa de Cristo en San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40 va a ser cumplida, en el Día Postrero que es el séptimo milenio de Adán hacia acá, dice:
"Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero."
Y ahora, tomamos el pasaje de Efesios, capítulo 4, verso 30, que dice San Pablo:
"Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención."
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: "SELLADOS CON EL ESPÍRITU SANTO PARA EL DÍA DE LA REDENCIÓN."
Aquí nuestro tema tiene dos partes muy importantes: "Sellados por el Espíritu Santo," "para el día de la redención." Al ser sellados con el Espíritu Santo podemos ver que el Sello de Dios es el Espíritu Santo, y toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma porque la fe nace por el oír la Palabra, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación; la persona da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como Salvador, es bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, esa persona ha sido sellada con el Espíritu Santo.
Vean, Cristo prometió enviar el Espíritu Santo para todos los creyentes. Él dijo que asentaran, se quedaran en Jerusalén hasta que fueran investidos con el Espíritu Santo, como Él ya les había indicado en el libro de los Hechos, capítulo 1 dice, verso 5 en adelante dice... vamos a ver aquí, vamos a comenzar en el verso 1, dice:
"En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido;
a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.
Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días."
Aquí vean ustedes cómo el mismo Cristo, el cual ya le había hablado en otras ocasiones de que enviaría el Espíritu Santo a ellos, ahora luego de haberles dicho en otras ocasiones que les enviaría otro consolador, al consolador que es el Espíritu Santo, aquí les confirma que van a ser llenos del Espíritu Santo, y van a recibir poder. Vamos a continuar leyendo, dice:
"Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? (O sea, ¿restaurarás el Reino de David que es el reino de Israel, el Reino de Dios en la Tierra?)
Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos."
Ahora, podemos ver que la orden de Cristo es que esperaran en Jerusalén la venida del Espíritu Santo, iba a venir allí el cumplimiento de esa promesa. Luego en el capítulo 2, verso 1 en adelante dice:
"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen."
Ahí el Espíritu Santo vino, el cual es Cristo, el Ángel del Pacto, viniendo en Espíritu Santo, el cual les dijo en el capítulo 28, verso 20: "Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." Y también en otras ocasiones les dijo: "Yo vendré a vosotros." ¿Cómo vendría? En Espíritu Santo que es el Ángel del Pacto que aparecía a Moisés y a los demás profetas, y le apareció también a Abraham, a Isaac y a Jacob en diferentes ocasiones.
Y ahora, el apóstol Pedro, el Día de Pentecostés luego de ser lleno del Espíritu Santo, en su primer mensaje que da, nos habla acerca de la resurrección de Cristo y dice que el profeta y rey David vio al Señor y Su resurrección; dice el capítulo 2, verso 29 en adelante, dice:
"Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.
Pero siendo profeta..."
Que bueno es un rey que sea profeta como David ¿verdad? Puede tener visión profética, y siendo un hombre conforme al corazón de Dios puede captar en su alma, en su corazón los pensamientos divinos, los pensamientos del corazón de Dios:
"Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.
A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.
Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones."
Y luego, del verso 46 al 47 dice:
"Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos."
Los que han de ser salvos son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, y por eso se predica el Evangelio de Cristo por orden directa del Señor Jesucristo, y el que crea y sea bautizado, Cristo bautizará con Espíritu Santo y Fuego y producirá en la persona el nuevo nacimiento, nacerá de nuevo, nacerá en el Reino de Cristo, nacerá del Cielo, porque el nuevo nacimiento es del Cielo, ha quedado sellado con el Espíritu Santo porque el Sello de Dios es el Espíritu Santo.
Y por cuanto ha quedado sellado con el Espíritu Santo, con el Sello de Dios, ha quedado sellado para toda la eternidad, esa persona ha sido confirmada en el Reino de Dios para vivir eternamente, tiene aplicada la Sangre del Cordero de Dios, que es Cristo, y por consiguiente esa persona tiene la señal para la preservación de la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, sus pecados han sido limpiados con la Sangre de Cristo.
Por lo tanto, cuando Dios lo mira, lo ve sin pecado, está justificado ante Dios como si nunca hubiese pecado la persona, es lo que los sacrificios del Antiguo Testamento con animalitos tipificaba: que la sangre de aquellos animalitos que solamente cubría los pecados y Dios miraba a través de esa sangre, pero los pecados estaban en la persona, ahora la Sangre de Cristo, el Cordero de Dios, no cubre los pecados, sino que los quita y los regresa al lugar de donde vinieron: al diablo, que es del cual vino el pecado.
Por lo tanto, todos los que han recibido a Cristo como Salvador, han sido bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo, están sellados con el Espíritu Santo, ¿para qué y hasta cuándo? Dice el apóstol Pablo:
"Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención."
Sellados para el Día de la Redención, las personas que han recibido a Cristo, han sido bautizadas en agua en Su Nombre y han recibido el Espíritu de Cristo, han sido sellados por el Espíritu Santo, han obtenido la redención espiritual, la redención del alma, pero les falta la redención física que es la glorificación o transformación de sus cuerpos para tener cuerpos eternos, cuerpos inmortales, cuerpos glorificados como el cuerpo glorificado que tiene Jesucristo.
Esa es la meta en el Programa de Redención que Cristo está llevando a cabo y por consiguiente no se queda solamente en el campo espiritual el proyecto divino, el Programa Divino de Redención, para todos los creyentes en Cristo que han muerto físicamente Cristo dice como leímos allá en San Juan, capítulo 6.
"Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero."
Ese Día Postrero es el día de la Redención, el día de la redención física que será la resurrección de los muertos creyentes en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de los que estén vivos en ese tiempo, creyentes en Cristo sellados con el Espíritu Santo.